Una declaración, Luis Buñuel

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Texto de Luis Buñuel publicado en inglés en la revista Film Culture en 1960, la traducción es mía:

1. En ninguna de las artes tradicionales hay una brecha tan grande entre las posibilidades y los hechos como en el cine. Las películas actúan directamente sobre el espectador; le ofrecen cosas y personas concretas; lo aíslan, a través de la oscuridad y del silencio, de la atmósfera psicológica habitual. Debido a todo esto, el cine es capaz de excitar al espectador como quizá ningún otro arte. Pero como ningún otro arte, también es capaz de atontarlo. Desgraciadamente, la inmensa mayoría de las películas actuales parecen tener exactamente ese propósito; se regodean en un vacío moral e intelectual. Las películas parecen prosperar en este vacío.

2. El misterio es un elemento básico de todas las obras de arte. En la pantalla suele ser deficiente. Los guionistas, directores y productores se cuidan mucho de evitar cualquier cosa que pueda molestarnos. Mantienen cerrada la maravillosa ventana al liberador mundo de la poesía. Prefieren historias que parezcan extender nuestras vidas cotidianas, que repitan por enésima vez el mismo drama, lo que nos ayuda a olvidar las duras horas de nuestro trabajo diario. Y todo esto, por supuesto, bajo la mirada vigilante de la moral tradicional, del gobierno, de la censura internacional, de la religión, del buen gusto, del humor blanco y de otros dictados planos de la realidad.

3. La pantalla es un instrumento maravilloso y peligroso, siempre y cuando la use un espíritu libre. Es la mejor vía de expresión del mundo de los sueños, las emociones y el instinto. El cine está tan enraizado en la poesía que parece haber sido inventado para la expresión de lo subconsciente. Sin embargo, casi nunca persigue ese fin.

4. En las grandes producciones no vemos casi nunca buen cine, tampoco en las obras que reciben los elogios de la crítica y del público. La historia particular, el drama privado de un individuo no puede interesar —creo yo— a nadie que merezca vivir en nuestra época. Si una persona del público comparte las penas y las alegrías de un personaje en pantalla, debería ser porque ese personaje refleja las penas y las alegrías de toda la sociedad, y por lo tanto los sentimientos personales de esa persona del público. El paro, la inseguridad, el miedo a la guerra, la injusticia social, etc. afectan a todas las personas de nuestra época, y por lo tanto también afectan al espectador individual. Sin embargo, cuando la pantalla me cuenta que el Sr. X no es feliz en su casa y se entretiene con una chica a la que al final abandona para reconciliarse con su fiel esposa, me parece muy moral y edificante, pero me deja totalmente indiferente.

5. Octavio Paz dijo: «Basta que un hombre encadenado cierre sus ojos para que pueda hacer estallar el mundo». Y yo podría decir: Basta que el párpado blanco de la pantalla refleje su propia luz para que el universo estalle en llamas. Pero por ahora podemos dormir tranquilos: la luz del cine está convenientemente encadenada y regulada.

«A Statement», Luis Buñuel, Film Culture No. 21, 1960, pp. 41-42.