Confessions of a Film Eater

bronson

Hace tres años y pico, empecé a publicar en mi blog personal (null66913) una serie de fotos titulada Confessions of a Film Eater. El título era un homenaje a Confessions of an English Opium-Eater de Thomas de Quincey —un libro (y un escritor) que me gustan mucho. La idea no sé de dónde surgió, pero seguro que tuvo algo que ver con que me pasé como tres años viendo Bronson cada dos por tres.

En general, no suelo ser demasiado obsesiva con nada, pero no es porque no lo sea, es porque tengo un sentido del gusto tan enrevesado que no suelo encontrar nada que me guste lo suficiente como para obsesionarme con ello. La serie de fotos se terminó rápido porque se me terminaron los papelitos rosas que usaba para escribir, aunque también es verdad que desde que hice la última, en febrero de 2015, solo hay una cosa que me ha obsesionado a ese nivel (Hannibal, oh, Hannibal).

Creo, sinceramente, desde lo más profundo de mi corazón, que las dos mejores cosas que han pasado en los últimos… 8 años, o 10 o más, en el mundo del cine y la televisión son Nicolas Winding Refn y Hannibal. Curiosamente, ambas tienen en común a Mads Mikkelsen, quien no diría que me obsesiona, pero desde luego está metido en mi carpeta mental de actores de los que me tragaría cualquier cosa (en la que no hay más de cinco o seis personas).

Hannibal se terminó hace ocho meses y sigo pensando en ella todos los días y viendo trozos, o incluso episodios enteros, de vez en cuando. Esto no me había pasado jamás con ninguna serie. En las películas de Nicolas Winding Refn también pienso todos los días, me pasan muchas cosas con este señor. Aparte de parecerme un director rematadamente bueno por razones varias que puedo razonar desde la objetividad, resulta que debemos compartir las mismas filias o algo así, porque después de hacer lo que hizo con Mikkelsen, Tom Hardy y Ryan Gosling (los tres actores que más me fascinan del mundo), va y se le ocurre acordarse de Keanu Reeves, la mayor fascinación cinematográfica de toda mi adolescencia.

Lo que me obsesiona ahora es ver The Neon Demon, que supongo que se estrenará en algún momento de este año entre Cannes y vete tú a saber.