Me resulta difícil escribir sobre Only God Forgives (Sólo Dios perdona, 2013) de Nicolas Winding Refn porque es mi película preferida de este año, y además es una película sobre la que se han dicho muchas tonterías: que si no tiene guión, que si es solo estética sin contenido, que si es aburrida, que si es hortera, que si es pornográfica, que si…
Obviamente, hay muchos adjetivos, como hortera y aburrido, que dependen de la subjetividad de cada cual, pero hay otros detalles que no son tan subjetivos. Para empezar, una cosa es que una película tenga pocos diálogos y otra muy diferente que no tenga guión. Only God Forgives tiene guión, y además un guión muy claro, no es una película abstracta ni experimental.
Julian (Ryan Gosling) es un traficante de drogas americano que vive en Bangkok, donde maneja su negocio junto a su hermano Billy (Tom Burke). Una noche, Billy asesina a una prostituta menor de edad, y un policía retirado llamado Chang (Vithaya Pansringarm) que tiende a tomarse la justicia por su mano anima al padre de la víctima a plantar cara a Billy. El padre decide vengarse matando a Billy. Cuando Julian se entera, busca al asesino de Billy para tomarse él también la justicia por su mano, pero al descubrir que la razón de que su hermano esté muerto es que violó y asesinó a una chica de 16 años considera que el castigo es merecido y decide no hacer nada al respecto.
Los verdaderos problemas comienzan cuando aparece Crystal (Kristin Scott Thomas), la madre de Julian y Billy, una mafiosa manipuladora, controladora y castradora obsesionada con deshacerse de todos los implicados en la muerte de su primogénito.
Aunque la trama sea algo tan simple como una venganza, Only God Forgives no es una película sobre venganzas, es sobre algo mucho más complejo. Se trata de una historia sobre un personaje, Julian, profundamente emasculado por su madre que llega a la catarsis a través de una versión extrema de los métodos de la psicomagia de Jodorowsky, a quien está dedicada la película.
Only God Forgives puede ser entendida también como una revisión del mito de Edipo, primero por la extraña relación que Julian y Billy mantienen con su madre, y segundo porque hay un par de diálogos que dan a entender que Julian mató a su padre. Además, los interludios musicales de Chang en el karaoke funcionan como coro de tragedia Griega, mientras que la escena en la que mutila los ojos de Byron (Byron Gibson) evoca la propia mutilación de Edipo, quien al conocer su tragedia se arrancaba los ojos.
De todas formas, lo más simbólico de la película son las manos de Julian, que funcionan continuamente como una metáfora de su impotencia, tanto física como psicológica. El puño representa sexo y violencia, mientras que la mano abierta representa sumisión. La catarsis de Julian llega a su fin a través de dos hechos, la penetración del vientre de su madre muerta, primero con una espada y luego con la mano abierta, y la mutilación final de sus manos que representa su liberación definitiva.
Curiosamente, la escena de la penetración, una de las más criticadas, no fue idea de Winding Refn, sino de Gosling. Cuando Scott Thomas comentó que creía que su personaje debía morir, Winding Refn estuvo de acuerdo y preguntó a Gosling qué quería hacer al ver el cadáver, ¿llorar? ¿Reír? Gosling contestó que podría cortarla y mirar el interior de su útero, y a Winding Refn le pareció de lo más lógico.
Refn explica esa escena comentando que existe una teoría muy antigua que afirma que para renacer, o transformarse, hay que volver al origen, algo que queda patente en muchos textos literarios, entre ellos muchos cuentos de hadas: «La idea era un hombre que está encadenado al útero de su madre. Para liberarse de su hechizo, que es una versión fantástica exagerada de un problema muy común, tiene que volver a ese terreno. Era la única manera de liberar a ese personaje enigmático» [examiner].
Only God Forgives es una fábula fascinante en la que nada es gratuito, ni la violencia ni la estética. Igual que en Drive (2011), aquí nada sobra ni es casual; la forma y el contenido son indisolubles. No obstante, se trata de dos películas muy diferentes, Drive es un filme de acción que juega con muchos cánones «clásicos», mientras que Only God Forgives se acerca casi a la psicodelia.
Otro tema llamativo de Only God Forgives, también presente en Drive, es el uso del sonido. Winding Refn está obsesionado con la música y suele escribir sus películas pensando en grupos o estilos musicales concretos. Aparte, como hay pocos diálogos, el sonido y el silencio cobran un papel fundamental. Como comenta Cliff Martinez, compositor de la banda sonora, «Only God Forgives es prácticamente una película muda. Hay tres personajes muy estoicos, así que la música juega un papel fundamental» [I am rogue].
Winding Refn ha comentado infinidad de veces su relación con el silencio: «Si eres minimalista, menos es más y nada lo es todo. (…) El silencio es, en cierto sentido, el ruido más poderoso que tenemos, porque dice más que cualquier otro sonido del mundo» [rueda de prensa de Drive en Cannes].
«¡El silencio es cine! Estamos muy acostumbrados al sonido, siempre nos están hablando. Es raro que estemos en silencio durante mucho tiempo, por eso hace que la gente se sienta incómoda. Sin embargo, el silencio nos fuerza a percibir a un nivel mucho más profundo, porque no dependemos de lo que nos están diciendo. (…) El silencio fuerza a los espectadores a involucrarse más, porque si no les estás diciendo qué tienen que pensar dependen de los elementos subliminales» [Indiewire].
Estas palabras de Winding Refn son evidentes durante todo el metraje de Only God Forgives, que durante algunos momentos funciona prácticamente como un viaje alucinatorio, porque la falta de diálogos nos empuja a relacionarnos con los personajes y las situaciones a un nivel mucho más profundo y sensitivo de lo que permite el lenguaje oral. Quizás por eso me gusta tanto el cine de Winding Refn, porque es capaz de transfigurar lo audiovisual en háptico.