Thriller: A Cruel Picture, explotación subversiva

Thriller: A Cruel Picture

Thriller: A Cruel Picture (1973) es un exploitation film sueco del subgénero «violación y venganza». Algunos quizá la conoceréis por su título original, Thriller – en grym film, u otros títulos alternativos, entre ellos They Call Her One Eye o Hooker’s Revenge. Como paradigma del cine de explotación, tiene todos los ingredientes esperados: sexo, drogas y violencia. Sin embargo, es una película atípica y uno de los ejemplos más fascinantes de su subgénero.

La trama es muy simple, como en casi todas estas películas. Es tan simple como el cuento de Caperucita Roja, aunque aquí el cazador es la propia Caperucita. Madeleine es una chica de campo, muda a raíz de un abuso sexual sufrido en su infancia. Sencilla y trabajadora, su padre la anima una tarde a que vaya a pasar un rato a la ciudad. Por desgracia, pierde el autobús y termina yendo con un extraño que la invita a subirse a su coche. Este hombre, Tony, resulta ser un proxeneta que la secuestra, la engancha a la heroína y la obliga a prostituirse.

De entrada, es inevitable que esto suene a subproducto erótico de moral dudosa creado simplemente para hacer caja. De hecho, lo es. Pero, Thriller: A Cruel Picture es también otras cosas más interesantes que esa. Sobresale tanto por cuestiones visuales y sonoras como por la ambigüedad de su discurso.

Thriller: A Cruel Picture como ejemplo perfecto del cine de explotación

Thriller: A Cruel Picture

Un exploitation film es cualquier película hecha para ganar dinero explotando contenidos violentos, sexuales o «raros». En general, se trata de producciones de bajo presupuesto cuyo único objetivo es aprovechar ciertos temas tabú para crear controversia. Lo controvertido equivale a publicidad gratuita.

Bo Arne Vibenius, director de Thriller: A Cruel Picture, había perdido dinero con la primera película que dirigió. Se trataba de una fantasía para el público familiar producida por él mismo. En vista de que tenía muchas deudas que solventar, se le ocurrió hacer la película más comercial jamás hecha. Y, ¿qué es lo que más vende?, pensó: La provocación vacua.

Thriller: A Cruel Picture

Vibenius cogió todo lo que escandaliza y lo elevó a la enésima potencia. El sexo es explícito, y crearon la mayor polémica posible a través de rumores varios. El chismorreo más jugoso era que habían usado un cadáver para rodar una escena. Otras historias cuentan que usaron armas y munición de verdad. También se dice que en los planos en los que Madeline, la actriz Christina Lindberg, se inyecta heroína, la inyectaron realmente… Aunque no con drogas, era solución salina.

Como en muchos exploitation films, la trama huele a moralina barata por todas partes. La historia se puede resumir con aquello que se le dice a los niños de «no aceptes caramelos de desconocidos». Muchas películas de explotación, entre ellas esta, funcionarían como advertencia rancia sobre los peligros del sexo y las drogas. La única razón por la que no funcionan es que son demasiado explícitas.

Está claro que se trata de una película de explotación plenamente consciente de lo que es, tanto que Vibenius la describiría años más tarde como «una mierda». Pero Thriller: A Cruel Picture no es ninguna mierda.

¿Qué tiene de especial Thriller: A Cruel Picture?

Thriller: A Cruel Picture

Para hablar sobre por qué Thriller: A Cruel Picture es diferente a otros exploitation films, habría que empezar diciendo que Vibenius había trabajado con Bergman. Fue su asistente de dirección en nada menos que Persona (1966), y director de la segunda unidad en Vargtimmen (La hora del lobo, 1968).

La influencia de Ingmar Bergman es obvia, Vibenius sabe rodar, no solo desde el punto de vista técnico, sino a nivel de uso de imagen y sonido. Además, de una manera muy inteligente, sin acudir a trucos propios del melodrama barato, como una banda sonora sensiblera. Esto es así hasta tal punto que en la mayor parte de la película no hay «música», sino ruido o paisaje sonoro, y pocos diálogos.

El sonido es a menudo disonante y abstracto, por lo que a mí me remitía al trabajo de Tobe Hooper y Wayne Bell en The Texas Chain Saw Massacre (La matanza de Texas, 1974). Curiosamente, Thriller: A Cruel Picture es anterior, por lo que si una influyó en la otra fue a la inversa.

Thriller: A Cruel Picture

Este cuidado con el trabajo sonoro es obvio desde la primera escena. El filme se abre con un plano fijo con un bucólico sonido de pájaros en la distancia. Este rumor, casi imperceptible, se ve interrumpido repentinamente por la sirena de un coche de policía. En la segunda escena, con una niña pequeña corriendo por el campo, volvemos a ese paisaje sonoro naturalista e idílico. Se entremezcla con una música suave cuando ella se encuentra con alguien que parece su abuelo.

El ambiente cambia enseguida a algo más malsano, con sonidos cada vez más disonantes y primeros planos inquietantes. Lo que estamos viendo no es lo que parecía. En cierto sentido, es una película sobre la pérdida de la inocencia, un tema relacionado con Bergman. También podría entenderse como un cuento admonitorio sobre los peligros de la gran ciudad.

Otro detalle estilístico particular es cómo utiliza la cámara lenta. Algunas de las escenas de acción parecen casi coreografías de un ballet lento y sádico.

De la inocencia a la pornografía

Thriller: A Cruel Picture, Christina Lindberg

Christina Lindberg, la actriz protagonista, tenía solo 23 años cuando rodó Thriller: A Cruel Picture. Su cara infantil, hermosa e inocente es perfecta para Madeleine. Lindberg venía del softcore («porno blando» o «suave», no explícito), pero eso no significa que sea mala actriz. Su interpretación es mucho más creíble y empática de lo habitual en este tipo de películas. No obstante, la razón por la que la eligieron es que era una modelo erótica muy popular. Como mito erótico de la Suecia de la época, era el gancho publicitario perfecto.

Los primeros planos de penetraciones vaginales y anales son, como en casi todas las películas «comerciales», de actores porno profesionales. Estos insertos hardcore son otro de los detalles que alejan a Thriller: A Cruel Picture de películas similares. Vibenius aprovechó que a principios de los setenta en Suecia la pornografía estaba liberalizada. En Estados Unidos y otros países productores de exploitation films, la censura era mucho más fuerte.

Thriller: A Cruel Picture

La inclusión de sexo explícito nos lleva a un terreno pantanoso. Es obvio que una de las intenciones era atraer a hombres que buscasen ver a una mujer humillada sexualmente. Otro tipo de espectadores se sentirán asqueados y entenderán la película en otros términos. Cabría incluso la posibilidad de entenderla como alegoría feminista subversiva. No deja de ser una historia de empoderamiento femenino que termina en algo tan ajeno a mujeres como el western.

La escena final transcurre en un paisaje rural desolado, con caballo y soga incluidos, que parece sacado de Sergio Leone. Madeleine pasa de niña herida a forajido de pasado turbio que libera al pueblo del sádico de turno. Luego, desaparece solitaria en el horizonte.

Esta última transgresión de género, unida a sus atípicos recursos narrativos, visuales y sonoros, hace que Thriller: A Cruel Picture sea una película singular. En algunos momentos se aleja tanto de la forma tradicional de su género que se acerca casi a lo experimental. Esto significa que es imposible juzgarla bajo cualquier perspectiva maniquea, y eso es precisamente lo que hace que sea tan interesante.