Marvin Breckinridge: Del documental al fotoperiodismo en los años 30

Marvin Breckinridge rodando con su cámara en medio de un río.

Mary Marvin Breckinridge, más conocida como Marvin Breckinridge, fue una cineasta que trabajó además como guionista, montadora, operadora de cámara, fotógrafa y periodista.

Marvin era de una familia rica, como casi todas las cineastas de su época. Uno de sus abuelos había sido vicepresidente de EE. UU. y el otro era un conocido empresario industrial. No obstante, su familia tenía unas ideas bastante avanzadas para el tiempo en el que le tocó vivir. Algunas de sus familiares eran sufragistas, congresistas y licenciadas en carreras como ciencias políticas. Esto era algo inusual en unos años en los que la mayoría de mujeres no tenían voz propia.

Marvin se aficionó a la fotografía cuando tenía solo 9 años. A los 15 ya revelaba sus propias fotos. Cuando tenía 21 años, en 1926, le regalaron una cámara de 16mm con la que empezó a hacer películas domésticas. Durante la década de los años 20, fue además la primera mujer en conseguir la licencia de piloto en Maine y se licenció en la universidad en francés e historia. Fue precisamente en la universidad donde surgió su interés por el periodismo y el cine documental.

La frontera olvidada

Cuando Marvin terminó la carrera, se fue a Kentucky a trabajar en el Frontier Nursing Service. Este servicio (que sigue funcionando actualmente) ofrecía atención sanitaria a áreas rurales pobres. Su labor allí la llevo a rodar su película más conocida, The Forgotten Frontier (1930), un documental sobre el trabajo de las enfermeras en esas áreas desatendidas.

En esa época, aunque Marvin tenía una cámara, no sabía mucho sobre cine. Aprendió a manejar la cámara gracias a la comunidad de cineastas amateur de Nueva York.

Para rodar su película, Marvin hizo casi 1.000 km a caballo por Kentucky entrevistando a familias locales y enfermeras. Rodó en todas las estaciones del año, a veces en condiciones muy duras. El equipo, que incluía una aparatosa cámara de 35mm, lo transportaba ella misma. Hacía todo el trabajo: iluminar, rodar y dirigir a los actores no profesionales, que representaban accidentes, partos y otras situaciones de emergencia a las que se enfrentaban normalmente las enfermeras.

The Forgotten Frontier se estrenó en Nueva York en 1931 con cierto éxito. A principios de los años 30, Marvin rodó varias películas más, entre ellas el primer documental profesional sobre un yacimiento arqueológico, y trabajó durante un tiempo como secretaria.

Del cine al fotoperiodismo

En 1932, Marvin se fue a África durante seis meses, un viaje que documentó ampliamente con fotos, pero no tanto con películas. Aunque llevaba una cámara de cine, según sus propias palabras: «…viajábamos tan rápido que no podía usar la cámara ni muy a menudo ni demasiado bien».

Marvin Breckinridge rodanado con su cámara en África.

Cuando volvió a EE. UU., se dio cuenta de que podía vender las fotografías que había hecho durante su viaje. Trabajó durante un tiempo en la oficina de una congresista y en 1936 decidió dedicarse al fotoperiodismo y se puso a estudiar fotografía.

Así es como se convirtió en periodista gráfica, un trabajo que la llevó a lugares tan remotos como Palestina. Además, rodó películas por todo el mundo, desde México a la República de Rodesia.

Marvin Breckinridge retransmitiendo para CBS radio.

Cuando el Reino Unido declaró la guerra a Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, dio la casualidad de que Marvin estaba en Londres. Un amigo que trabajaba para CBS radio le pidió si podía describir la situación en sus propias palabras. Al público estadounidense le encantó la voz y la confianza que transmitía Marvin con su acento de Kentucky. La CBS la contrató para que informase desde Europa.

Poco después, en 1940, Marvin se casó con un diplomático estadounidense y abandonó su carrera. A partir de entonces se limitó a rodar películas domésticas. En realidad, la intención de Marvin era dejar la CBS para retomar su carrera como fotoperiodista, pero el Departamento de Estado de los Estados Unidos se lo prohibió arguyendo que podía comprometer el trabajo de su marido como diplomático.